Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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1737
Legislatura: 1902-1903 (Cortes de 1901 a 1903)
Sesión: 26 de noviembre de 1902
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 57, 1478-1479
Tema: Desafortunada intervención del Sr. Muro

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Alvarado): La tiene S.S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pensaba yo, Sres. Diputados, que tendría que debatir con el Sr. Muro, porque creía que S. S. iba a discurrir sobre los temas aquí tratados, y sobre esos temas yo hubiera discutido con mucho gusto con S. S.; pero S. S., con una inoportunidad que no tiene nombre, ha venido aquí a tratar? (El Sr. Muro: Como aquello de las calabazas puestas al humo, de que hablaba S. S.) Bien; pero ni aún eso pegaba en este momento (Risas), porque el cantar dice:

"Tengo unas calabazas puestas al humo,

y al primero que llegue se las emplumo."

¿Pero quién es el que ha llegado aquí?.

Con una inoportunidad que no tiene nombre, ha traído S. S. una cuestión que no debe traer nadie, cualesquiera que sean los ideales políticos a que se rinda culto; y es muy de extrañar eso en el señor Muro, parlamentario antiguo; representante en Cortes desde hace mucho tiempo; republicano convencido, es verdad; pero, después de todo los republicanos que son republicanos de orden, respetan las instituciones que se ha dado el país, porque si son demócratas deben respetar las instituciones que la mayoría de la Nación se ha dado a sí misma. Es extraño, repito, que una persona como S. S. tenga que recibir lecciones hasta de los anarquistas en este punto porque aun los mismos anarquistas han tenido el buen acuerdo y la sensatez de respetar y de tributar muestras de consideración en esas grandes manifestaciones con que ha sido acogido el Monarca en todos los puntos por donde ha viajado. (El Sr. Lerroux: Serían anarquistas de alquiler.) ¡Sí, anarquistas de alquiler son los obreros de Asturias y los de las otras partes que ha visitado S. M.! (el Sr. Lerroux: Todos los obreros no son anarquistas.) Todos no lo son, pero allí los había, y el Sr. Lerroux lo sabe muy bien porque son conocidos y no lo ocultan.

No se puede hacer eso, Sr. Muro; y además, en este momento, ¿qué razón tenía S. S. para conducirse de manera que lo ha hecho? ¿Tenía S. S. de parte, no digo yo del Monarca, sino de parte de sus Ministros algún agravio que vengar? ¿Es que el partido republicano se siente más perseguido, o se siente perseguido, pues más o menos no puede ser cuando no lo está de ninguna manera? ¿Qué motivos tiene S. S. para venir a traer aquí cuestiones que son de grandísima inoportunidad y peligrosas?

Todo lo demás que S. S. ha expuesto, importa poco ante la trascendencia que pudieran tener sus palabras, si sus palabras salieran de este recinto; afortunadamente, las palabras de S. S. no salen de estos muros, tal es la inoportunidad y la injusticia con que S. S. las ha pronunciado.

En castigo, pues, de lo que S. S: ha hecho, no [1478] voy a discutir con S. S. las declaraciones que han servido de tema a su discurso. Si el Sr. Muro hubiese obrado de otra manera, yo las hubiera esclarecido hasta el punto de satisfacer los deseos de S. S., pero el Sr. Muro no merece hoy de mi parte nada. (Rumores.)



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